miércoles, 11 de diciembre de 2013

Un carnívoro cuchillo

Un carnívoro cuchillo
Corta mis venas en pares
Juguetea entre su aguja con los trozos
Que en la basura arden

Su filo afilado introduce
En mi alma mil pesares,
Reduciendo a escombros los ideales
Que en la mente sombría crecen.

Maldita ala cariñosa,
Que rueda sin piedad ni consuelo
Sobre la piel quemada
Levantando la bandera en este duelo
Incansable
Que moldea una verdad odiosa.

Triste anuncio de un difunto corazón.
Su navaja despeja el viento
De la sangre que lenta gotea.

¡Aciaga vida de dolor
que ha estrangulado al límite este sufrimiento!
¡Déjame escapar de esta miseria!

Sigue, cuchillo, sigue rasgando esta alma
Enredada en su mortaja.
Sigue atacando a este tormentoso ser
Hasta que separarnos el cuervo quiera,
Hasta que mi daño contra tu abismo se vuelva
Dolor ahora eterno, gozoso a tu parecer,
en la destrucción de tu existencia.




jueves, 24 de octubre de 2013

Lluvia sobre las barricadas ardientes




“Lluvia tenue, limpia de este polvo cruel el mundo

no te preocupes: arrasa con todo

se la libertadora que arrastre las aguas contaminadas y negras,

avanza sin descanso.

 

Congela la hipocresía y no los salarios.

Baja potente la corrupción a su tumba,

No te hagas suelo fértil para los parados.

 

Lluvia, compañera, acompaña al pueblo oprimido y ruge con furia,

Que en el gobierno te escuchen tronante y tiemblen.

 

Ayúdanos, amiga, para que no hagan más daño.

Tíñete de verde Naturaleza

No nos abandones a nuestra suerte,

Tus hijos te claman, dales la mano;

Azota al dolor, al miedo, a la injusticia

Con brazo de pinchos y rostro de barro.

 

¡Canta nuestra canción!

¡Qué tu trueno y rayo griten”

¡Qué tu murmullo de gotitas se convierta en tormenta devastadora!

¡Llévatelos, lluvia, lejos!

¡Mátalos, húndelos, sepúltalos como quieren hacer con nosotros!

¡Danos tu poder, únete a los heridos!

¡Qué gracias a ti logremos la victoria en esta lucha!

¡Danos la protección de Nike, la sabiduría de Atenea y la furia de Ares!

¡Cédenos un puesto en tus arcadias vírgenes!

¡Qué vuelva la belleza que quieren derrocar!

 

¡No calles nunca, lluvia!

Eres nuestro aliento vital…”

 

Esta maldit realidad...





“Mi alma llora por esta realidad

en las gotas una vida se sostiene indecisa

un sueño perdido pende de cada una de ellas.

Allí los veo: pintor, poeta, violinista, filósofo…

A todos ellos los veo caer.

Un culpable se anuncia airoso, la ley Wert.

 

Más allá un niño sostiene en la diestra un cochecito,

En la siniestra el examen que lo retrasa.

 

Bajo mis ojos se extienden llanuras cortadas, sentimientos rasgados

Humo que intoxica los corazones aplastados

 

¡Triste verdad y realidad lúgubre!

¡Se podrá algún día atajar esa barrera que nos reprime?

¡Cruel e injusto globo, que bebes de la mano de Capital, Mentira e Imposición!”
 
 


miércoles, 16 de octubre de 2013

Él.


Él.

Elegante, grácil, siempre en un traje pulcro y cuidado, negro y blanco, que se amolda a tu bella figura alargada, delgada, pálida cual espectro invernal.

Adoro tu voz de ángel cuando con manos frías te acaricio con ternura, e incluso tu grave lamento es melodioso.
Espero ansiosa siempre el momento de encontrarme contigo y de unirme a tu cuerpo perfecto, impecable, que parece labrado a base de cincel.

Tiro la chaqueta despreocupada, no sé sentirte con ropa, me conoces, y dejo que entonces tus esbeltos y alargados dedos se junten y disfruten con los míos, que anhelantes se aferran a tu garganta masculina, a tu pecho templado.

Tan claro, tan transparente. Nada me ocultas ya. Fiel compañero, nunca me abandonas, esperas paciente a tu amiga, aunque me haya olvidado de ti durante un tiempo.

Y cuando la añorante melancolía torna nos reconciliamos con regocijo, y la dicha gloriosa se plasma en nuestras caricias apasionantes, fogosas, que cual llama o huracán, se desprenden de lo moderado para que el forte de nuestros suspiros se entremezcle hasta llegar el punto álgido, donde el último umbral se atraviesa…

Y ya solo somos ángel y cantante, solo voz y sentimientos, solo un expresivo dueto de dos almas unidas…

Sabes tanto como yo que intento con fuerza que jamás nos separemos, y tiemblo cuando te encuentro solo, perdido, abandonado cual perro mojado; y tu silencio hueco me llama, rogándome, implorándome mis caricias, pidiéndome regresar a tus rodillas duras, a tu americana oscura, a tu corbata de seda y tus ojos cerrado, con aquella voz que hace que me pierda en tu única palabra.

A veces otros me suplican zalameros las manos, pero solo tú eres mío, y solo yo soy tuya. Los otros, lo sabes bien, me dan igual: de piel canela, otros chocolate, otros nívea y clara, con aquellas voces rechinantes y ensordecedoras, lisonjeros... Pero no son como tú.

Encierras tantos secretos, tantas confesiones, tanto sufrimiento, tanta alegría que a veces pienso cómo puede caber en ti el alma de una persona entera.

Solo te quiero decir que estaré a tu lado igual que he estado todos estos años: con nuestros enfados, con los silencios que ignoramos, con esos pasajes difíciles, con aquellos momentos imposibles en los que mis dedos no te alcanzan todo lo que me pides, con la euforia de lo magnífico, con esos gritos de la vecina de al lado cuando nos traspasamos del límite, con todos esos besos que aún no nos hemos dado, con todas esas horas que pasamos juntos...

Antes, ahora y siempre.

Junto a ti.


Mi piano.




miércoles, 18 de septiembre de 2013

Arte y basura



El Arte se prostituye en los malos barrios
 
y deja que el Marketing le meta mano por una miseria
en lo que la Publicidad le desnuda rabiosa
 
tirandole seco y muerto sobre la acera.
 
 


viernes, 13 de septiembre de 2013

Poemas: viaje por los libros

 
 
 
Novia del campo, amapola
 
que tiñes todo de tu sangre:
 
la sangre de los obreros del Montosu,
 
la de los jóvenes franceses de las barricadas
 
y la de los turcos empalados
 
que sin gloria descansan.
 
 
 
 
Un barco fantasma navega
 
con diez cañones por banda y a toda vela:
 
su nombre, el de la diosa de las cosechas.
 
En el fondo oscuro un marinero queda
 
atravesado ya por el grito de Caribdis y Escila,
 
bautizado ya por el canto de la sirena.
 
 
 
 
Ciego estoy, perdido ando
 
un susurro escucho
 
¿eres tú, ángel? ¿Eres tú mi salvador?
 
 ¡Ayúdame a quitarme estas estacas del corazón!
 
 ¡Ya vienes a librarme! ¡Dichoso pez volador!
 
Viejo soy, solo veo, esos ojos verdes de mi perdicción.
 
 
 


martes, 3 de septiembre de 2013

Nosotros. Amapolas

Y haremos el amor entre las amapolas
nuestro fuego se fusionara con su semilla.
Arrancaré su manto rojo como la sangre de tus labios
para encontrar quemada grana en tu vientre
y desnudas amapolas a lo lejos


miércoles, 17 de julio de 2013

"Metamorfosis...Final"


Bueno...aquí se termina la "Metamorfosis de mariposa a gusano", espero que os haya gustado.
 
Vals a medianoche con la Muerte

 

 

Silencio. La noche se precipita con gritos de horror,

Caminan sin paso rostros retorciéndose en la oscuridad,

Ya no existe un horizonte que les muestre un poco de piedad

Y este es rajado y profanado por una brecha negra de dolor…

 

Corres, avanzas desesperado mientras te consumes en terror,

Mas, al fin, una dichosa garra te muestra un sendero de seguridad.

Se atraviesa un velo gaseoso cenizo y germina un instante de felicidad.

Ya no hay miedo, ya no hay dudas, el sueño amanece envuelto en un bello candor.

 
Cada paso va cerrándonos más en el tiempo. Camino despacio, callada, lenta; como ausente, perdida y silenciosa; solo escuchando mi respiración en esta senda pacífica de la amargura.
Veo gente, o siluetas y sombras que aparentan ser humanos, que avanzan ajetreados de un lado a otro… Pero no me mueven ni me empujan, ni siquiera me rozan, solo pasan desapercibidos rodeándome.

 Apenas hay luz que ilumine mi salida de este tumulto oscuro, solo un brillo asmático blanco ilumina dificultosamente cada pisada que doy.
Los seres que me envuelven no hablan, emiten sonidos ininteligibles y escasos, que al juntarse parecen una bandada de cuervos cenizos que atraviesan sin piedad el corazón de esta noche sin luna…

 Ya no albergo esperanza ninguna dentro de mí. Ya ceso de luchar, estoy completamente exhausta; pero en el último momento presiento que no estoy sola, que hay algo o alguien detrás de mí que me ofrece una mano amiga y cálida; corrijo, cálida no, menos fría en este invierno de sombras.

Sé quien es, y de repente me extiende unos dedos cadavéricos a los que agarrarme.
Desconfío al principio, me da miedo, vuelvo a observar la realidad esperpéntica que me ofrecen mis sentidos. Regreso mi mirada a mi paciente compañera (¿o compañero?) y muy despacio, casi temblando acerco mi pequeña y débil mano a la suya firme.

 Ya todos mis temores se han evaporado. Justo en el momento en que nuestras manos y nuestros mundos se unen todo cuanto hay a nuestro alrededor desaparece.

Siento como si mis pensamientos se desprendieran de mi mente, un frío estremecedor que hace tiritar me penetra y provoca una sacudida furiosa de mi cuerpo y que mis huesos se retuerzan de dolor.

Pasado un instante es como si flotara en la oscuridad infinita. Después de no mucho tiempo aterrizo cual pluma en algo sólido que se asemeja a un suelo que califico de mármol.
Tengo un miedo indescriptible, y mi garganta intenta profanar un grito de pánico que se funde en esta noche negra.
Casi al borde del llanto las finas manos de la Muerte me sujetan, me sostienen y me impiden caer en un abismo de oscuridad.
Un segundo después una luz extraña nos ilumina. Contemplo que estamos rodeados de varios espejos enormes rectangulares donde nos reflejamos infinitas veces.

Observo detenidamente mi reflejo: estoy prácticamente igual que siempre, solo que ahora visto un elegante y emperifollado vestido rojo pasión del que cae sin esfuerzo una larga capa color vino tinto, semejante a esta vestida con la más oscura sangre.
Un mar de rojas rosas se extiende apelotonado junto a nosotros.
Parezco disfrazada de la más tétrica Muerte Roja.
La Muerte, quien sigue acariciando con suma delicadeza mis dedos casi de una manera maternal, tan solo viste con una túnica de un negro más profundo que el de la oscuridad en la que antes me encontraba.

No puedo ver su rostro prohibido, pues una capucha que desciende asemejándose a la cascada del lago Averno terminando en una extensa cola oscura me lo impide.
Miro anonadada la estancia donde nos encontramos, en la que el suelo está cubierto de un mármol totalmente negro que brilla intensamente y en el que también puedo reflejarme.
A pesar de estar cubierto todo de una atmósfera tétrica y abrumadora estoy tranquila, y me siento reconfortada sin saber cómo ni porqué.

Mientras registro todo cuanto alcanzan a ver mis ojos, la Muerte habla con un timbre sedoso, pausado, cariñoso, que hace que me estremezca ya que me resulta extraña tanta suavidad, sabiendo que es Ella la que entona la frase:

-Cierra los ojos. Irás al lugar en el que nacen los sueños.

 

De repente todo cambia y se transforma en un torbellino envuelto en una luz potente que me impide ver. Tiemblo, ya no me siento segura, pero noto como Ella toma nuevamente mi mano, sin soltarla, asiéndola con suavidad y deposita en ella su beso eterno. Un haz de miles de gotitas de colores son ya los espejos rotos y mi cuerpo se siente agotado, y anhela descansar. Apenas puedo mantenerme en pie, y mis párpados comienzan a caerse pesadamente, obligándome a dormir.

Aún luchando por no caer en las redes de Morfeo oigo el eco susurrante de las palabras de la Muerte, que consiguen de un modo hipnotizante adormecerme y hacer resbalar en un sueño pacífico…  

 
De repente estoy ante un mar, sobre una playa de arena oscura y fría. Hace bastante aire, y el viento está impregnado de ese fuerte olor a sal…y entonces es cuando las veo cernirse sobre la arena áspera y espumosos fragmentos de piedra pómez; cerca de los caballos de crines blancas que se agitan con el frío viento, azotándolos como su jinete furiosamente.

Y los equinos chocan brutalmente inmaculados contra la grava, destruyéndose y pasando a ser gotas de agua que las mojan, aumentando su dolor y rabia con gritos y chillidos, relinchando sin cesar, a ellas: las mujeres velas… mujeres vela que se retuercen, que ondean sin fuerza el palo trinquete que las yergue sobre su tristeza, abatiendo a los corceles indomables, muriendo y reviviendo, ajetreando las telas de fino lino malva blanquecino, manchado de sal amarga que, cual lapa o percebe, se aferra a su piel dura y curtida por las flamas del fuego vivo que, llama distante, ilumina y aviva el motor que las renueva y, al igual que esquelas marinas, cruzan girando sobre sí mismas originando un torbellino profundo, agonizante, haciendo que sus velas se desprendan como se desgarra la piel a mordiscos, y gimen ofensivas cuando la tempestad de timbales ciega la vista de unos ojos suyos inexistentes; borrados por la memoria de quienes jamás las conocieron…

Es una sensación terrible y aterradora verlas allí, no tan lejos de donde yo me encuentro refugiada, y grito y pido auxilio para evitar contemplar tal sufrimiento. Y parece y mi llamada es escuchada y atendida, porque un segundo después todo se nubla, y mis oídos adormecidos otra vez oyen de fondo una lluvia caer…

 

Silencio. Solo la arrulladora melodía de los hijos alados de la naturaleza. Acarician mis dedos las florecillas recién nacidas, alcanzan también los futuros frutos. Rebosa todo de vivaces colores, se iluminan las copas del brillo de la vida…

Ahora mis pies desnudos disfrutan caminando sobre la esponjosa y extensa alfombra de pétalos diminutos. Es precioso, magnífico. Atravieso unas enormes hojas que, como puerta, abren ante mí una escalinata de piedra.

Subo curiosa, expectante. Al final encuentro una pequeña pradera que, similar al oráculo de Delfos, invita a la reflexión: lleno de prado verde puro, con largos bancos de piedra formando un semicírculo y no muy lejos una bañera de mármol de la que sobresalen juncos y espadañas.

Vuelvo a pasar el muro de hojas y me deleito con el ritmo pausado de las cotorras, que cantan a capella con el silbato de las tórtolas.

Un poco mas adelante hallo el espléndido  cortejo del majestuoso pavo real a su dama, y algunos pasos después una magnánima fuente, con Tritón en el centro, rodeado de hipocampos, que exhalan suspiros y relinchos de agua fresca.

Solo existe una palabra para describir semejante paraje: mágico.

 

Hace unas pocas horas que desperté de aquello que me había parecido un sueño, o una pesadilla, y me encontré recostada entre espliegos, lavandas y madreselvas.

Estuve arrastrando mi vestido, y no mucho después pareció que se desprendía como la muda de piel de una serpiente, quedando una suave tela que a modo de túnica larga me cubría.

Estuve recorriendo este bello paisaje durante un tiempo, y explorando y deleitándome con su jardín de las delicias descubrí escondida una preciosa cascada. Mas observando más ese lugar, descubrí que detrás del agua que caía había un camino de lisas losas, y sin temer en este plácido sueño me adentré en él.

Avanzando entre los líquenes y un pequeño riachuelo, cubierto de hiedras y pasionarias se alzaba una antigua puerta, magullada por el paso de los años.

La curiosidad de mi cabeza se mezclaba en el aire con las semillas de los dientes de león, que varaban sin rumbo, de un lado a otro.

Avancé con paso cuidadoso entre matorrales de hibiscos de todos los colores, que competían con el atuendo chillón de los tulipanes y las tímidas campanillas, que aún permanecían abiertas a pesar de que el atardecer se cernía sobre el campo y ya se divisaba en la lejanía el astro blanquecino que reina la noche.

Tan solo algunos puntos fugaces de luz me alumbraban mi caminar, y estos se plasmaban en la danza luminosa y jovial de las luciérnagas.

El telón azulón de la noche comenzaba a bajar cuando decidí intentar abrir la pesada puerta, la cual tras algunos esfuerzos cedió chirriante.

Al empujarla una fría ráfaga de aire sacudió la hiedra que firmemente se sujetaba.

Penetré con sigilo en la estancia y encontré una majestuosa escalera que conducía a algún nivel inferior.

Agarrándome fuertemente a la barandilla gruesa comencé a bajar temerosa por los interminables peldaños.

 

Tras una caída sumida en la oscuridad llegué a lo que parecía ser un salón.

Pasan unas horas…

 

Estaba sentada en un enormes sillón de piel negra, suave como terciopelo, decorado en madera oscura ostentosamente frente a una chimenea de grandes proporciones como todo lo que decoraba el salón, que humeante y ardiente ilumina la estancia.

Sobre la repisa de la chimenea había dos candelabros que, alegóricamente con la forma de dos caballos –uno blanco y el otro negro- hacían cabalgar relinchando las llamas que sobre ellos descansaban.

Una suave música de fondo, que se asemejaba a lo que podía ser un vals tranquilo y pausado completa el ambiente.

En eso, mientras mis manos se relajan sobre los esplendorosos posabrazos, viene Ella de nuevo.

Se acerca, muy despacio, la música pierde color y el color pierde tono. Me dedica una mirada igualmente pausada, vuelo del cruce de dos miradas (una azabache y pétrea y la otra brillante y cálida) que se saludan.

 

Es la primera vez que la observo sin su capucha que como cascada del mar de los Muertos descendía sobre su rostro.

Es bello, de una belleza infernal, oscura, que queda reflejada no en su verdadero aspecto, sino en esa máscara pálida, como de porcelana y lacrimosa que me estremece y a la vez hace que me resulte familiar.

Parece hombre ( y no mujer como la que se encontró conmigo hace no mucho) y toma asiento en el sillón que similar al mío está en frente de mí.

Con esta danza de miradas que se mueven al casi extinto susurro del vals nos contemplamos mutuamente durante unos instantes eternos que se queman en el fuego fatuo de la chimenea.

Él, que ya no Ella, con su negra túnica de noche sin estrellas y aquellas pupilas justicieras y matadoras.

Y yo ahora igualmente de negro, con un mono de vestir de pantalón acampanado y recogido al cuello con un nudo que yace sin esfuerzo; los brazos desnudos –no hace frío- y al cuello un colgante del que desciende un escorpión en un tono apagado y muerto, y una pequeña mariposa lila, que parece que desea agitar sus alas y hacer marchar su alma fuera de la prisión de la cadena.

Unos tacones no excesivamente altos completan mi oscura apariencia.

 

De repente, la música se corta, y la habitación se inunda con el torrente de voz de la Muerte:

-Bailemos- Dice con aquella voz grave, indiscutiblemente masculina y poderosa, con un poder que me levanta súbitamente de esa tranquilidad muerta.

Él siente que me asusta, y se acerca, y me ofrece aquella mano que hace mucho tiempo también me entregó; y su eco se vuelve suave, sensual, embriagador, como gotas de néctar sagrado.

Y sin darle lugar ni tiempo a las dudas tomo su mano, y el salón se abre ante la voz de su dueño, y la madera antigua y exquisitamente decorada con detalles florales se transforma en ese mármol negro que ya conozco…

 

Y entonces experimento una sensación que jamás había sentido ni hubiera podido imaginar: el recogedor estruendo melodioso de un vals inunda atrozmente la nueva estancia, todo cambia y mi traje vuelve a ser vestido largo, abultado, pero ahora negro como el plumaje de los cuervos, y a la vez suave y espeso cual pelaje del lobo gris, escamoso al igual que una serpiente deslizándose sobre su pecho, tejido en las manos con la exquisitez de las arañas e igual de puntiagudo que los dientes de las bestias.

Un collar de gemas relucientes se muestra triunfante en mi cuello, y mis pies descansan en unos preciosos botines. Parezco una alegoría de la noche misma.

 

Esto se suma a la presencia impenetrable de Él en la sala, que cautiva uno por uno mis instintos, y parece que por un lado eso me debilita y por otro me ensalza…

 

Suena fuerte y estruendoso el vals, y Él me invita a bailar; confiado, pasional me arrastra y desliza por el mármol resplandeciente.

Unas tinieblas sombrías comienzan a acercarse desde lejos; siento miedo y escalofríos, presiento que queda poco para que algo termine, pero no quiero, este vals es demasiado perfecto para que se acabe así, tan pronto…

Parece que Él ha notado mi temor, y me estrecha entre sus brazos cubiertos por la túnica, junto a un pecho del que no se escucha un latido.

 

Mi alma se siente descansada. Mi cabeza, tranquila. Empiezan a sonar las campanadas que anuncian la medianoche. Una lágrima recorre rápidamente mi mejilla.

De repente siento los dedos cadavéricos de la Muerte retirándomela, y una respiración inexistente muy cerca de la mía y, despedida anunciada, sus labios rozan los míos con la suavidad de las nubes, acabando las campanadas del reloj con el verdadero beso eterno sumido en la gloria.

 Y su última frase resuena de la manera más bella que se haya podido escuchar jamás:

-Dulces sueños. Descansa en paz.

 

 

 

Todo resuelve en un incontrolable lugar sumido en el placer,

Se descansa, se disfruta, se admira de las bellezas que nos ha regalado la vida,

Queda muy poco para que llegue el final de la interpretación. Ya está, se acabó.

 

Allí estará acompañándote, sujetándote hasta el final, creerás estar viva.

Doce campanadas, un baile, un vals, un principio que terminó.

Él, Ella, la Muerte, te regalará su beso eterno, y por fin tu alma volará de tu ser.

martes, 11 de junio de 2013

"Metamorfosis...Puente"

Puente


El principio del final empezó con aquel disparo, el pistoletazo de salida del Apocalipsis: un hombre y una mujer enfrentados por el odio acumulado de la humanidad.

Ella disparó y lo hirió de muerte. Se dio cuenta de lo que había hecho y se acercó corriendo nerviosa a él.
Entre lágrimas espesas que caían como plomo al mar negro de la desesperación infinita abrió él el puño de la mano que no empuñaba la pistola: allí estaban; las siete balas mortíferas, que en un silencio de otro mundo comenzaron a caer en otro tiempo ajeno, muy despacio, hasta chocar contra un suelo que empezaba a resquebrajarse y estas desaparecían convirtiéndose en polvo, y poco después en un humo cenizo que comenzó a asfixiar el aire.

Todo se paró. La mujer también cayó. Viento. Frío. Desaparición. No quedó nada a su paso por ese lugar.
Un cielo azul propio del espacio cubrió esa brecha.
Un grito ahogado del más profundo dolor sin consuelo de las voces aprisionadas entre rejas y cadenas amordazadas de aquellos mártires de la humanidad en su locura, muertos entre tormentas de hogueras.

Todo estaba destinado a morir.
Cada ciudad explotó poco a poco, cada rascacielos construido cayó desplomado, cada alma perdió su voz…

Se acabó todo lo que había existido hasta ese entonces:
El fuego penetró en los corazones ahogándolos entre flamas; el aguada atacó con la voracidad de una jauría de monstruos sobrenaturales y mató el alma; el viento arrasó los sentimientos hasta que vació todo cuanto encontró y la tierra engulló con furia lo poco que quedaba entre risa maníaca que emergía de sus entrañas.

No habría un final feliz… solo desaparición y destrucción profunda…  

"Metamorfosis... Vejez"

Aplauso a un Réquiem inacabado


Armonía, deliciosa paz y suave tranquilidad,
Ahora tú eres ya tu filosofía, tú sola deidad.
Ves en un banco sentado,
A las palomas comer de tu mano,
Ves como pasa el tiempo,
Pausado, lento…
Pero ya ves allí, no lejos, el horizonte, perfecto…


El atardecer es como ver volar al ave fénix resurgiendo en un mar de cenizas ásperas, que avanzan cada vez con más fiereza.
Ves como lucha para escapar de ellas, elevándose cada vez más y más; escabulléndose entre el arco vivaz tricolor que ilumina el asfalto y que se abre como una puerta de acceso a otro mundo, directo a la jaula del ocaso; y cruza extendiendo su larga cola su umbral, aleteando majestuoso hacia el cielo, perdiéndose ya entre el final del día…

Simplemente disfrutar sola de tan acogedor y embriagador silencio, con la lentitud propia de los copos de nieve al caer en una pacífica noche invernal, con la sola compañía de quien pasea en una sendero vacío, únicamente preocupada del paso del tiempo en una realidad aparte o la música de la danza de las hojas secas que quedan al caer despedazándose en el suelo con el acompañamiento mecedor de sus ramas consuela de vez en cuando mis oídos.
Continúo mi paseo tranquilo, y cuando salgo de este mundo casi fantástico me vuelvo a chocar de frente con la realidad ruidosa y escandalosa:
Coches, aullidos de sirenas que precipitan el ánimo y que matan el pensamiento, conversaciones varias de todo tipo de bocas, alegres gritos de los mozos que se divierten columpiándose, el trino de la lucha de dos pájaros y el monótono pesimismo de una mosca perdida al revolotear cansada en su existencia.

El cielo comienza a nublarse, tiene ganas de estallar en un grito que pueda callar a este insoportable ruido. Me decido por regresar a casa, no quiero ser la cabeza de turco sobre la que recaiga su furia.
Llego, me siento en el sillón que está situado al lado del amplio ventanal que me suplica su apertura para respirar y me tumbo relajada a esperar su comienzo.

La lluvia al caer forja una bella melodía de cuya tranquilidad no me quiero desprender. Tan dulce, tan pacífica, llena mis oídos de tan armonioso cantar.
Es breve, corta, apenas unos minutos, pero lucha por seguir, por quedarse, por no abandonar a la seca tierra que la implora desde dentro, esa tierra que grita a su auxilio bienhechor.
Al final no para tan pronto como quieren, persiste, más suave y silenciosa que antes, parece que te acaricia con su frescor. Empieza ya su perfume de tierra recién mojada, pequeñas gotas descansan ya sobre las hojas.
Silencio.
No se oye ni un murmullo, ni una débil respiración: parece que el mundo calla para escucharla cantar.
Un trino de un gorrión interrumpe su melodía para alegrase de la llegada de la tan ansiada lluvia.
Viento fresco que inunda, canto que ya se extingue. Ya quedó muda. Sus lagrimitas continúan, pero ya son tan finas que apenas se ven.
Ya solo quedan los restos de las ventanas y toldos, contadas gotitas que componen su conversación íntima rítmica, sin que nadie las pueda entender.
Ya paró. Y de nuevo regresan los ruidos y la velocidad desmedida. Y todo vuelve a la normalidad.


Ahora ya todo es paz en mi interior. Me gusta reposar en el balcón de mi casa, la de aquel pueblo perdido entre los recuerdos y los planos, chiquitito, de apenas unos vecinos rememorando la juventud que se fue y ahora solo quedaron las vivencias sabrosas, porque el tiempo todo lo cura y lo malo ya se olvida.
Aunque pienso que antes todo esto se apreciaba más, ahora con tanto coche, carreteras, y rascacielos no se ve nada, no se siente a nuestra primera madre, la natura, que derrama cada vez más sangre por nosotros, como veíamos en las procesiones a Jesucristo en la cruz, mientras la banda acompañaba a las mantillas y peinetas…
Y el mundo parece que está al revés, y no lo entiendo; será porque ya soy vieja y esto me queda grande, y no comprendo esta realidad tan negra y febril que mata al alma de espanto.
Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor, no lo creo, pero tampoco afirmo que los futuros cumplan una verdadera mejora, que los que caminan por la calle son marionetas y autómatas, todos pegados a esos cacharros que llaman móviles, que lo único que hacen es atontar el cerebro.

Y luego ves como los mozos y mozas desperdician ese tiempo tan preciado que es su juventud, porque pasa mucho más rápido de lo que creen: cuando tengo la ocasión de hablar con alguno de sus palabras emana la prepotencia y un aire de superioridad que jamás había conocido, y me desconcierta en gran medida esa actitud.
Además ya no se siente el amor como antes, me parece que lo quieren hacer todo mucho más complejo de lo que verdaderamente es.

Y todo bulle y emana a toda velocidad, no me da tiempo a poder acostumbrarme al instante eterno, es demasiado rápido, exageradamente precipitado: todos corren de un lado a otro sin importarles más que ir corriendo, sin disfrutar de lo que ven y oyen y perciben, y se les escapan momentos verdaderamente espectaculares, y cuando lleguen a mi edad, ya avanzada, verán como su vida se les ha escurrido entre los dedos como la arena.
Pero a mí, por otro lado, la edad me permite también saber apreciar todo más, ir más despacio, caminar, llevar un paso lento, detenerme, hacer silencios, saber que me importo y con eso me basta.

Soy feliz. No necesito más, pero me entristece ver como se superponen ahora las solapas de las distintas generaciones futuras. Y ya sé que queda poco para reunirme con Ella, y la esperaré escuchando solemnemente la clásica música de las voces doradas que se extinguieron hace siglos.



Me siento totalmente tranquila por una vez, relajada física y espiritualmente, contemplando un amanecer gris que quedó tras la lluvia, en la más pacífica soledad, en una soledad conmovedora en la que me embriaga ya el silencio más puro, en la que me acuna con cuidado y cariño hasta que yazgo en la paz, la paz infinita…


La vida aún no ha terminado,
 pero ya se está bajando el telón.
El cuerpo ya cede, quedó cansado,
se acerca el fin de esta virtuosa función.
Se oye el aplauso doloroso a un Réquiem inacabado.

Niña en una habitación. Soutelo de Montes

La segunda fotografía.

Soutelo de Montes.


 

La imagen refleja una niña sola en una habitación, con un muñeco en los brazos.
Por un lado refleja una profunda y perfecta soledad, el miedo en su rostro pequeño y redondito al no saber que está frente a ella. También odio y rabia por sentirse vulnerable, sola, perdida. Inspira una terrorífica sensación de vacío interior.
El entorno de la habitación, simple, oscuro, acerca la simpleza y belleza de no tener nada.

Muestra un lado negativo, pesimismo, terror y odio hacia cualquiera que se le acerque.
En mi punto de vista representa ese odio, esa rabia hacia el género humano, plasmado en una niña pequeña (el símbolo más puro de la inocencia), de apariencia adorable, con sus trencitas, pendientes, y anillo en el dedo que parece atarla a algo o alguien, sosteniendo una pieza que parece ser de porcelana, que simboliza la fragilidad y fugacidad de todo cuanto hay en este mundo cruel y despiadado, que parece anunciarse en sus ojos, redondos y oscuros.
Y la expresión de su rostro es amarga y melancólica, como la pared del cuarto en el que está.
Y con sus manos agarra esa fragilidad.

Su sombra se duplica en la habitación, vacía y oscura como los interiores de la raza humana que alimenta…

Retrato de estudio: niño con escopeta

Impresión de una de las dos fotos que tuvimos que en elegir en la exposición de fotografía de Virxilio Téyez, mostrándonos otra perspectiva de la posguerra tras la Guerra Civil española. Os la recomiendo, está muy bien, se encuentra en la Fundación Telefónico de Gran Vía.



Retrato de Estudio.
 



 
-Hola, pequeño. –Miro al niño que delante de mí balancea sus piernas y contempla todo el entorno curioso, desde la silla en la que está sentado. En frente, un retrato suyo.
-Hola- Dice tímido.
-¿Cuántos años tienes? –Le pregunto.
-Voy a cumplir 6. –Le sonrío dulcemente.
-Estás muy guapo en la foto. Pero, ¿por qué llevas una escopeta? –Se le iluminan los ojillos.
-Porque cuando sea mayor voy a ser militar, como esos generales que tienen muchas medallas. Y en la foto me quise parecer a uno de ellos, que siempre están muy serios.
-Entonces, ¿quieres ser militar para ganar medallas y condecoraciones?
-¡Sí! –Responde eufórico- Y también para ponerme esos uniformes tan bonitos que llevan. ¡Y para matar a los malos!
Con las manos hace la forma de una pistola, y dispara en voz alta.

Poco después me deja contemplar en silencio su retrato.
Con pesadumbre pienso que está bien servir a la patria, pero el amor a las armas es algo más…que en esencia para mí no es más que el amor por matar, proyectado por el odio hacia otros del género humano…

jueves, 6 de junio de 2013

"Metamorfosis... Edad Adulta"

Sonata de pensamientos inútiles


Humo, facturas, desesperación.
Suicidio desde un rascacielos de la voluntad.
Caída en el vacío del sufrimiento.
Tristes somos autómatas, marionetas de titiriteros.
Cadenas, hierros, prisión.
Destrucción y comienzo de una calamidad.
Nuestra voz se esfuma en el viento.
Pensamientos ahorcados y aprisionados por los reos…


Se escucha ahora la suave respiración profunda de una ciudad que se va despertando con toda la fuerza de un titán para dominar con mano de hierro a todos aquellos que se extienden a sus pies de plomo y cemento gris.
Se observa un cielo con nubes que parecen las bocanadas de un humo ácido negro de un tren que parte de la desesperación…

Y es ahora cuando nos damos cuenta de que nuestra esencia es absorbida por las lenguas voraces víboras venenosas del mundo.
De que no es la vida más que un pedregoso sendero de zarzas y ortigas puntiagudas cuyos muros de hormigón y altas torres de aluminio nos devoran y nos impiden ver la luz del Sol. Nuestras vidas son ya los sueños rotos de un joven potrillo que se estrella al intentar desplegar sus alas, que se caen marchitas nada más abrirlas…
Y entonces te llenas de valor, todo artificial, y ves que ha llegado el momento de atravesar el espejo del miedo, de la inocencia e iniciarse en lo siguiente, en algo más adulto, comenzar una nueva etapa en un mundo raro, diferente, donde todo es más grande que tú y no hay luz ni guía en tu camino…

Es horroroso comprobar la realidad, y casi da miedo mirarla frente a frente.
Ya no vivimos los días, sino que deseamos que pasen cuanto más desapercibidos mejor.
Ya no nos importa el ser humano que camina con nosotros y los colores cálidos de nuestras mejillas se evaporan y nos convertimos en gusanos arrugados y feos, que se retuercen de dolor y frío y vacío y temor… no somos las mariposas bellas que en algún momento fuimos, no volamos, no sabemos, las alas se cayeron o nos las cortaron… ni siquiera caminamos, nos arrastramos por el suelo con el fin de no levantar la vista a la verdad… pero, ¿qué verdad? ¿La realidad? ¿La razón? ¿Dónde se ha quedado el sentido común, la racionalidad del ser humano que nos distingue de otras especies? ¿La evolución de nuestra raza es ahora un retorno al pasado?
Preguntas. Preguntas que ya no nos hacemos. Que nos resbalan por camisas o pantalones de la firma tal o que compramos donde los otros también lo hicieron…
¿Dónde ha ido a parar nuestra libertad? “En la Constitución, en las declaraciones de derechos, ¿no lo ven ustedes?” nos responden…
Mentiras. Un mundo lleno de ellas, que se ríen burlonas, grotescas, delante de nuestras propias narices y dejamos que lo hagan, porque ya nos da todo igual; nos hemos cubierto de una capa de aceptación, de sumisión más que de aceptación… parece que nos hemos colocado nosotros mismos las cadenas alrededor de nuestro cuerpo deforme, esquelético…
¿Y el corazón? “No lo escuchen, es malo para la salud; siendo buena persona y honrada y humilde no llegarás ni a besar suelas de zapatos, no sea tonto, para alcanzar el éxito hay que emperifollarse de los mejores atuendos y perfumes y, “solo” de vez en cuando, hay que decir “pequeñas” mentiras y atentar contra otros, pero no es “en absoluto” malo…”
¿Es a esto a lo que hemos llegado? Pues si el mundo es así de triste y cruel casi es mejor  suicidarse y quitarse del medio para siempre ¿no?
Esto parece un mundo al revés: el que es bueno es el tonto de turno, el que no llegará a nada en la vida, el que no puede estudiar lo que le gusta porque hacer Derecho o Economía o ADE es el futuro y es lo que se lleva, y si estudias Filosofía eres un pringado o no vales nada; y donde el sucio, el ladino, el mapache o zorro vil, el ladrón, o el chorizo (las cosas como son), son los reyes del mundo, los que dirigen todo lo que se extiende a sus pies, los que se regodean en su vanagloria en un sillón con posabrazos de marfil y cuentan billetes de 500 a miles con unos gigantes dedos gordos asfixiados con anillos enormes y colgantes de oro con el símbolo del dólar…



Y los demás, mientras tanto, descansamos al lado de una chimenea de la que no brota un fuego abrasador, sino de la que emana una corriente de frías y potentes flamas de agua saladas que chocan contra nuestros pensamientos nublados como olas que mueren satisfaciendo su venganza hiriendo a los acantilados de afiladas rocas…
Parece que el viento pretende ensuciar y descontrolar el sentido en este mundo.
Veloz, potente, como una manada de lobos con sed de sangre que se lanzan sobre la noche oscura aullando al inexistente cosmos tras su presa.
Un ritmo frenético acompaña su carrera y descansa tras el chillido enloquecedor de su instinto. Amenaza con gritos de furia y manos que se lanzan estranguladoras a la mente con el fin de acabar con ella.

Para el tiempo en el mismo momento en el que alcanza su gloria.
Penetra fuertemente trastornando a la propia locura y tan rápido como entró se va para siempre; con su misión cumplida, dejando al alma anoréxica y cabizbaja en un rincón, estrecha y sintiéndose violada; llorando finas gotas que vuele a beber. Humillada y hundida en la más alta desesperación, con el único anhelo de quitarse las ramas espinosas de sus ojos y, a ciegas, tirarse al vacío y morir allí, tirada, intentando acabar con tal insoportable sufrimiento entre sus últimos estertores de agonía al quedarse sola, aprisionada, rogándole al cielo que no se le caiga el mundo encima, que se corta las venas llorando sangre y emanando dolor mientras sus verdugos disfrutan misántropos de este, profanando carcajadas maníacas de sus gargantas de sapos y gallos de pescuezo retorcido, acumulando terreno en lo que su víctima clama por, aunque sea, una casita de cartas, una luna papel o un lucero en su vida…

Por otro lado todo se conecta y desconecta a la vez.
De nuevo las mentiras, las falsedades y los velos, caretas y máscaras que pasean burlonas ocultando su verdadera identidad.
Nadie sabe quien es quien, ni siquiera quién es uno mismo.
Y en esa carrera desmedida de encontrar o formarse una identidad nace un nuevo gusano: aquel que se disfraza para gustar no siendo quien es, quien hace cosas que jamás su voluntad le permitiría, que casi son perros adiestrados o rosas que se marchitan intentando ser claveles o robles…
Es la cumbre de la estupidez y de la hipocresía, donde muchos gusanos luchan por el primer puesto, que a su vez ostentan ya otros.
Jamás hubo cada día un baile de máscaras veneciano más ostentoso – y ridículo- como los que hay ahora.
Jamás hubo por el mundo tantos gusanos – y capullos- como los que se despliegan a lo largo de una caja con agujeros alimentados con las hojas de morera que sus “amos” eligen.

¿Y dónde ha quedado la poesía, la literatura clásica, la verdadera música y el teatro? “Eso no sirve para nada, es para sensibles cutres y viejas pasas, lo importante es la tecnología y las ciencias exactas, nada más.”
Ya nadie expresa sus verdaderos sentimientos por miedo a no caer en las redes del gusto mayoritario o no ser del agrado sus pensamientos…

Lo más bello nos lo roban, lo más despreciable nos lo ensalzan… ¿qué pasa en esta realidad? Nadie sueña por temor a hacerse ilusiones, ya no juegan ni se divierten como antes, ahora cuando se es pequeño se imita a los “mayores”: las niñas se visten con pañuelos largos y sombreros y se suben a tacones diminutos, maquillándose como si eso les fuera a salvar la vida o algo parecido, como si ocultarse las hiciera bellas, como si entendieran que los siglos de progreso conseguidos no van con ellas en absoluto y cuanto más crecen más gusanos se hacen y menos miran hacia adelante y hacia arriba…

¿Qué mundo es este que ha perdido su admiración por el arte, por la verdadera belleza, que solo entiende de dinero, capital y superficie física?

¿Qué mundo es este en el que tener 100 000 amigos en Facebook o 10 000 seguidores en Twitter es más importante que tener dos o tres amigos de verdad?
Me parece tan triste ver como ahora con las nuevas tecnologías y aplicaciones lo escrito también se ha vuelto efímero, como fluye igual que una conversación hablada y las letras de mano y pluma han dejado de representar ese ideal de perfección del lenguaje, derivada y dejada solo a unos pocos que sienten como aún lo escrito representa algo importante, aquellos cuya sangre se mezcla con tinta y que se mueven en estos dos ámbitos: entre un “tempus fugit” de palabras en un papel o en una pantalla y la eternidad de las mismas, permitiendo que quede un poco de aquello que fue oro vertido en los moldes de una imprenta…
Y ahora también los libros se suceden como las estrellas del pop.
Tal libro de cualquier autor tiene un gran éxito, y como escribe por el aplauso este libro tiene una media de dos continuaciones o secuelas, que no terminan de saber igual.
Tras pasar un año, más o menos, se lanzan las representaciones cinematográficas de dicho libro, y durante tres años (si consideramos 3 libros) ese autor o autora tiene un renombre tremendo.
Pero tras unos meses del estreno de esa última película no vuelve a haber nada más; la gente se cansa de esos libros, ya ha visto sus respectivas películas y aborrece ya la aparición de su autor o autora en todos los medios de comunicación.
Y entonces, como por arte de magia, surge un nuevo libro cuya temática es similar al anterior ya citado, pero con otros nombre y distinta trama (podemos hacer mención a los ejemplos de la fugacidad de los vampiros que vuelven tras el día a su respectivo ataúd o lo efímero de lo erótico y sexual, que tras pasar un determinado punto produce una fatiga total); y de nuevo volvemos a empezar, como un círculo vicioso, como un escarabajo pelotero haciendo una bola con las páginas de estos libros….



¿Es esta, en serio, la realidad en la que queremos vivir, y ofrecer como herencia, llena de humo infumable, de conocimientos adicionales y de miedo, temor, de ignorancia?

Ojalá muchos estén de acuerdo conmigo…
Pero bueno, esto no son más que pensamientos de otro gusanito más…


Abismo de tortura,
Conciencia programada,
Pasamos por el mundo sin pensar…
No importa el amor.
No importa la belleza.
El dolor está enquistado…
Desesperada sonata en una tonalidad ceniza menor
Se funde con los inútiles pensamientos de su compositor.

"Metamorfosis... Adolescencia"

Cóctel de Giga y charlestón.


Fiesta, sexo, alcohol y drogas;
Nada que perder y mucho que ganar.
La fuerte y pegadiza música inunda el lugar.
La vida es solo el tiempo que tienes para disfrutar.


Locura. Solo se define como locura. Saltar más alto de lo que nunca podrás llegar realmente.
Risas. Risas maniáticas, risas alegres y borrachas invaden al completo la sala asfixiante de la discoteca en la que un ritmo bravo y energético hace mover al compás los corazones de los jóvenes que bailan como pueden en espacios mínimos.
Es tal el calor que muchos se refrescan duchándose con fría sangría que tinta sus morenas pieles playeras y que actúa como sustituto del agua.
Beben como si les hicieses tragar con un embudo. Pierden el conocimiento y solo ven una ilusión de colores flúor que se inyecta en su cuerpo, haciéndolos irradiar tonos radiactivos. Se entremezclan bocas con fuerte sabores de mojitos y caipirinhas sabrosas frutales. El hielo se desparrama como rocas cayendo precipitadamente por una ladera por los cuerpos de los jóvenes.
Algunos intentan soportar su propio peso tirándose a los sofás abarrotados de la sala. Es prácticamente imposible no encontrar un rincón de las diferentes plantas en las que no se encuentren dos dementes dando rienda suelta a su pasión o al placer del momento.


Todo parece dar vueltas en sus cerebros: las brillantes bolas de discoteca parecen la luna de su mundo utópico, el dolor se extingue completamente y cada vez más a cada sorbo de alcohol…
Se puede observar la extrema sensualidad y lujuria que hay en la escena con brillantes lentejuelas de mil ojos que observan todo, signos y gestos provocadores que hacen derretirse a cualquiera de la habitación, tachuelas que simbolizan fuerza o los despampanantes cuerpos que bailan sin control ninguno entremezclándose, lamiéndose como se disfruta con un caramelo o una piruleta y mordiéndose con un fuego abrasador como hienas que desgarran a su presa indefensa antes de comenzar a reírse febrilmente y volver a empezar.

Apenas se ve, los jóvenes palpan a tientas, sin importarles lo que se les venga encima, van con el único propósito de olvidar todo y disfrutar hasta que Ella venga a por ellos y los lleve a su mundo sin retorno, pero hasta ese momento bailarán y beberán; se alimentarán del ritmo que beben y se emborracharán de lo que escuchan, saborearán todos los placeres más terrenales con la fuerza y la pasión que tiene las olas oscuras al chocarse bravamente contra los acantilados del delirio….





Algunos perecerán en medio de su propia locura, miles de voces inundarán sus oídos atrofiados haciéndolo insoportable….pero morirán en la gracia de saber que estaban pasándoselo de miedo en medio de una pesadilla envenenada con el jugo de una fruta prohibida, hasta darse cuenta de que han acabado su vida.

Pero mientras tanto, los otros velarán su cuerpo danzando al ritmo delirante apasionadamente dejándose caer en los vicios ninfómanos, alcohólicos, drogadictos y fiesteros…
 



Danza, salta, vive la vida.
No pares, apenas hay tiempo
Vive el momento.
No pares, el DJ pone nuestra canción.
Camarero, por favor, sírvanos un cóctel de Giga y charlestón.

"Metamorfois... infancia"

Nana de la mariposa recién nacida

  
Mecida en una cuna de sueños
Empieza a dar sus primeros pasos.
Despierta de su largo letargo.
Se estrena a la vida, a la inocencia.


Un potente ápice de luz cegadora hace que vuelva a querer a cerrar sus recién abiertos ojitos.
Es muy pequeña, es tremendamente frágil, es nueva en este mundo oscuro, acaba de nacer; diminuta, sin nada más que el capullo del sueño que la envolvía en su inocencia.
No sabe hablar, pobre, intenta decir algo, pero solo sabe regalar sonrisas y adorables gorgojos de felicidad infinita, que hacen derretirse al más helado corazón pétreo.
Tiene alas, unas finas y membranosas alas que no están del todo formadas.
Es lo más bonito y bello que ha caído en este planeta de destrucción y lamentos.
En cada lugar hay una. Una igual de pequeña, de guapa y de nueva que la misma que ahora contempla con curiosidad su hogar.
Casi no puede sostenerse en pie, y cuando intenta caminar se desploma al suelo.
Un calidoscopio de múltiples colores se funde en su mente.
Se mezclan con la alegría de vivir el optimismo y la benevolencia. Es dulce, ingenua, inocente, infantil, pero es feliz con la simple contemplación de sus recién estrenados sueños.
Caballitos voladores que mecen sus patas, payasos con la cara maquillada que hacen malabares con bolitas de cara sonriente, trenes de juguete que se dirigen a países maravillosos, muñecas que toman el té más dulce y se echan cucharaditas y terrones de deseos, avionetas que bombardean con explosiones de color, ositos de peluche buenos que se ayudan recíprocamente a atarse el nudo de la corbata, páginas de cuentos infantiles que fluyen por la habitación mezclándose unos con otros….

Todo forma parte de los sueños de un bebé que no conoce el mundo, que solamente sabe dar alegría a los que lo rodean , que no conoce el significado del dolor ni la furia, que sus únicas lágrimas son de gozo, que su lenguaje no son más sonrisas enormes de la más pura felicidad…

Pero ya es noche, y la pequeña mariposa empieza a bostezar. Ya la mece la Luna con todo el cuidado de una madre en una cuna de lindos sueños, ya las estrellas cantan una suave nana para adormecerla, ya el manto tranquilo y seguro de la noche la cubre con la intención de que no pase frío, ya mece el lucero y la estrella fugaz esa cuna de faldones plateados que caen como cascadas de una fuente sagrada, ya la mariposa solo oye a los caballitos relinchando juguetones, y a los payasos reírse contentos, y a las muñecas hablando felices… y encuentra un pensamiento a parte, una duda, y la duda se convierte en protagonista:

Napoleón conquistó América con su espadachín
Sir Francis Drake capitán pirata fue
y Dios con una mirada me sonrió cuando le pregunté
¿Y yo podré ser capitán y conquistar aún siendo chiquitín?
Sonríe satisfecha tras resuelto su problema. Duerme muy tranquila, muy a gusto arropada con el calor de los que la quieren, con la seguridad de quien no sabe, en la más pacífica ingenuidad.

Al cabo de un rato se despierta sin saber porqué, quiere seguir durmiendo, y llora porque no comprende.
La arrullan y la mecen con cariño y con amor, y de nuevo se vuelve a dormir con la música de una nana que se hace eco en sus oídos…


Abre ya tus lindos ojitos
Pequeño capullo de seda,
Empieza tu camino, mariposa bella.
Despliega ya tus alas de recién nacida,
Y duérmete, pequeña, con la nana de tu existencia.