3/ Lujuria
“Mortales”.
Tú. Yo. Solos en el perfume oscuro de la noche.
Lo único que veo son dos cuerpos unidos que no se separan;
lo único que siento una embriagadora sensación del más descontrolado placer.
Ahogados en nuestro propio deseo. Es la mayor obra de arte;
las puertas del jardín del Edén están abiertas de par en par. Estamos dentro.
No nos separamos.
Me dices algo ininteligible susurrando al oído. No escucho.
Solo me pierdo en esa sensación más fuerte que el canto de una sirena. Te toco,
suspiras, me acaricias, te beso.
Nos perdemos en un beso. Siento tu boca como la lengua de una
serpiente deslizándose por mi cuerpo. Tú te mueves igual que una. Nos
entrelazamos. Somos uno.
Los aullidos de la oscuridad no me importan, solo quiero
vivir desesperadamente esta pasión.
Te estiras, te arqueas. Como un gato preparándose para
atacar. Te freno, me detienes; respiras y te yergues. Te acerco a mí, no quiero
que te separes. Me muevo, suspiras.
Te acaricio profundamente y escucho de tus labios la música
más bella.
Me muerdes con cariño en el cuello, te enlazas, ahora
pareces un murciélago encaramado a las rocas de una cueva.
Comienza a llover, no paramos, agradecemos la suave caricia
de las gotas en nuestros desnudos cuerpos. Tiemblas, te abrazo. Me miras,
pestañeas y me lanzo ansioso a tus brazos. Sigue lloviendo, y pruebo el néctar
sagrado de tus labios. Me deslizo, descanso en tus senos, siento tu corazón
latiendo con fuerza. Oyes el mío, que aún no quiere descansar. Te abrazas,
tienes frío. Yo ya no lo siento. Corre el viento, temblamos, pero nos volvemos
a entregar a nuestros instintos. Te siento, el deseo es irresistible, me puede,
me grita, me implora más.
No sentimos las sombras que comienzan a rodearnos, corre más
fuerte el frío viento.
No nos importa que empiecen a acercarse, no reparamos en
ellas. Solo siento tu boca. Tú solo sientes mis labios.
No sabemos que pasa. Sentimos como si nos fuéramos
convirtiendo en carámbanos de hielo. Me cuesta respirar, tú casi no puedes…
Pero a pesar de eso, sigue fluyendo el fuego de una
ferviente pasión que se pierde en el secreto de la lujuria…
Se apaga la pasión, ya solo quedan cenizas.
Tú. Yo. Muertos como simples mortales.
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