miércoles, 15 de mayo de 2013

Cuentos breves...7




7/Pereza

“El sueño de una noche de verano”.

 

 

Llegué. Aquello era el lugar más bonito y pacífico que había visto nunca: una inmensa pradera verde y a lo lejos divisaba una enorme encina.

Me acerqué. Apenas corría una suave brisa perfumada al rocío mañanero y que arrastraba diminutos pétalos poco numerosos de pequeñas margaritas.

 

Me tumbé a la sombra de la encima. No hacía un calor excesivo, pero sí era el suficiente para que desearas mecerte y acabar en un sueño profundo.

Tenía cosas que hacer, sí; pero preferí descansar un rato en este tranquilo paraíso, donde tan solo el fuerte aleteo de una bella mariposa podía estropearlo.

 

Estuve pensando mientras me divertía observando las algodonadas y apenas visibles nubes en todo lo que debía de estar haciendo. No me apetecía. Necesitaban que hiciera lo que me pidieron con rapidez, pero no pude evitar perderme unos instantes en aquella paz y sosiego.

Se me van cerrando los ojos, ¿qué mas darán las tareas? Me apetece echarme una siesta.

Me duermo, las ovejas saltan en mi subconsciente una valla imaginaria. Hay un delgado y caudaloso río de aguas transparentes. Me baño, no está fría.

Salgo y descanso cerca de un árbol el cual no se qué es.

De repente, el cielo azul se nubla.

Empieza a oscurecer. El anterior níveo techo se colma de negras y amenazantes nubes.

Truena. Relampaguea. Huyo. Siento que me persiguen. Las piernas no me responden, no puedo correr.

Las sombras me envuelven, noto como si un rayo me rozara la nuca y me la despedazara.

 

Termina la tormenta, de nuevo luce el Sol.

Me desperezo. Algo me escuece con rabia en la nuca. Me toco. La cabeza me da vueltas.

Sangre. Me mareo. Pierdo el conocimiento.

Necesito levantarme, pero no quiero, el manto del sueño que otorga la pereza me envuelve.

De nuevo me sumerjo en un eterno sueño en esta noche de verano.

Me palpo. Encima de mi cuerpo sostengo una rama de laurel que la pereza colocó.


No hay comentarios:

Publicar un comentario