miércoles, 8 de mayo de 2013

Coloquio... Parte I capitulo 3


Para aquellos que se sienten especiales.
 
Helado de menta y chocolate

 

“Era primavera, y estábamos en un lugar más extraviado y perdido en la mentira y el recuerdo de los hombres que la ciudad de Macondo.

Aquel día decidimos ir a un espectáculo de magia en un local nuevo que habían abierto no hace mucho.

Allí fuimos y nos deleitamos con la capacidad que solo unos pocos saben manejar con total perfección.

Cuando salimos, el manto oscuro de la noche nos arropaba.

Nos dirigimos con total parsimonia al parque que está cerca de la rotonda. En el camino me decías entusiasmado lo mucho que te habían impactado aquellos trucos extraordinarios. Y dabas vueltas alrededor de mí loco de alegría y preguntándote en voz alta cómo habían podido hacer aquello.

Me miraste suplicante pidiéndome que te contara la verdad de esa espectacular mascarada, porque eras consciente de que todo impresionismo del que habíamos sido testigos tenía su secreto.

Me giré y en el momento en el que me disponía a narrarte la verdad oculta bajo aquellos antifaces, te tapaste los oídos bruscamente con la finalidad de no escuchar el verdadero truco, y me gritabas con una carita ingenua que no querías saberlo, que preferías quedarte en la magia de la inocencia, bajo su cálida y suave colcha.

Sonreía porque me lo había imaginado. Te pregunté que si para compensarte te apetecía uno de los helados que vendían en el puesto del parque, que siempre estaba abierto. Al segundo, felizmente me gritaste que por supuesto.

En el puesto que siempre estaba abierto te compré el único helado que vendían: el de menta y chocolate.

Adorábamos ese puesto porque nos parecía curioso que solamente vendieran helados de menta y chocolate. Yo también me compré uno; y continuamos paseando bajo la oscuridad y la protección de los brotes que empezaban a florecer de entre las ramas esqueléticas de los árboles.

Volvimos al tema de los magos y la magia. Y te quedaste pensativo durante unos minutos. Cuando terminaste tu reflexión, mientras dábamos lametones a nuestro respectivo helado, que nos mezclaba la suave y fría textura del helado con el aire apenas impregnado de la noche primaveral.

Me dijiste que habías estado pensando en un mago que llevaba una vistosa máscara roja que le cubría todo el rostro, y que asociabas esa máscara física con la máscara que esconde la verdad, tanto del truco de los trucos como de la personalidad de los humanos.

Nos quedamos pensativos sobre esto: las máscaras que cubren el rostro físico y las máscaras que esconden la identidad. Es cierto, muy pocas personas se muestran tal y como son la primera vez que la conoces. Pero, cuando va pasando el tiempo no es que la persona cambie, sino que se va mostrando tal y como es.

Eso es algo que me pone de los nervios; ¿por qué los humanos fingimos ser otros cuando de verdad somos de distinta manera? ¿Qué ganamos con eso? Hay veces que la sociedad discrimina o margina a aquellos que llevan una máscara física (sí, amigo, me refiero con esto a uno de los protagonistas que da el nombre al título de la novela más famosa de Gastón Leroux: “El fantasma de la ópera”. Un libro que personalmente me encanta y me fascina), sin embargo esa misma gente no se mira un momento al espejo para observar su verdadero reflejo, para descubrir quiénes son, sino que si miran y se colocan con todo el esmero cuidado una sutil y casi imperceptible careta que oculta su personalidad, o se perfuman de tal manera con el fin de que los demás no perciban sus intenciones, o se maquillan exageradamente hasta parecer payasos de circo o muñecas peponas.

En fin, después de haberme escuchado pacientemente y relamiéndote los labios de lo sabroso que está el helado, (aún te falta mucho para terminártelo, al contrario que yo, que casi lo acabé) nos despedimos en la rotonda con un caluroso abrazo en una noche primaveral; riéndonos de las máscaras superficiales que la gente lleva y poniéndonos de acuerdo en lo curioso que es el puesto que siempre está abierto y donde solamente venden helados de menta y chocolate. 

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