Sonata de pensamientos inútiles
Humo, facturas, desesperación.
Suicidio desde un rascacielos de la voluntad.
Caída en el vacío del sufrimiento.
Tristes somos autómatas, marionetas de titiriteros.
Cadenas, hierros, prisión.
Destrucción y comienzo de una calamidad.
Nuestra voz se esfuma en el viento.
Pensamientos ahorcados y aprisionados por los reos…
Se escucha ahora la suave respiración profunda de una ciudad
que se va despertando con toda la fuerza de un titán para dominar con mano de
hierro a todos aquellos que se extienden a sus pies de plomo y cemento gris.
Se observa un cielo con nubes que parecen las bocanadas de
un humo ácido negro de un tren que parte de la desesperación…
Y es ahora cuando nos damos cuenta de que nuestra esencia es
absorbida por las lenguas voraces víboras venenosas del mundo.
De que no es la vida más que un pedregoso sendero de zarzas
y ortigas puntiagudas cuyos muros de hormigón y altas torres de aluminio nos
devoran y nos impiden ver la luz del Sol. Nuestras vidas son ya los sueños
rotos de un joven potrillo que se estrella al intentar desplegar sus alas, que
se caen marchitas nada más abrirlas…
Y entonces te llenas de valor, todo artificial, y ves que ha
llegado el momento de atravesar el espejo del miedo, de la inocencia e
iniciarse en lo siguiente, en algo más adulto, comenzar una nueva etapa en un
mundo raro, diferente, donde todo es más grande que tú y no hay luz ni guía en
tu camino…
Es horroroso comprobar la realidad, y casi da miedo mirarla
frente a frente.
Ya no vivimos los días, sino que deseamos que pasen cuanto
más desapercibidos mejor.
Ya no nos importa el ser humano que camina con nosotros y
los colores cálidos de nuestras mejillas se evaporan y nos convertimos en
gusanos arrugados y feos, que se retuercen de dolor y frío y vacío y temor… no
somos las mariposas bellas que en algún momento fuimos, no volamos, no sabemos,
las alas se cayeron o nos las cortaron… ni siquiera caminamos, nos arrastramos
por el suelo con el fin de no levantar la vista a la verdad… pero, ¿qué verdad?
¿La realidad? ¿La razón? ¿Dónde se ha quedado el sentido común, la racionalidad
del ser humano que nos distingue de otras especies? ¿La evolución de nuestra
raza es ahora un retorno al pasado?
Preguntas. Preguntas que ya no nos hacemos. Que nos resbalan
por camisas o pantalones de la firma tal o que compramos donde los otros
también lo hicieron…
¿Dónde ha ido a parar nuestra libertad? “En la Constitución,
en las declaraciones de derechos, ¿no lo ven ustedes?” nos responden…
Mentiras. Un mundo lleno de ellas, que se ríen burlonas,
grotescas, delante de nuestras propias narices y dejamos que lo hagan, porque
ya nos da todo igual; nos hemos cubierto de una capa de aceptación, de sumisión
más que de aceptación… parece que nos hemos colocado nosotros mismos las
cadenas alrededor de nuestro cuerpo deforme, esquelético…
¿Y el corazón? “No lo escuchen, es malo para la salud;
siendo buena persona y honrada y humilde no llegarás ni a besar suelas de
zapatos, no sea tonto, para alcanzar el éxito hay que emperifollarse de los
mejores atuendos y perfumes y, “solo” de vez en cuando, hay que decir
“pequeñas” mentiras y atentar contra otros, pero no es “en absoluto” malo…”
¿Es a esto a lo que hemos llegado? Pues si el mundo es así
de triste y cruel casi es mejor
suicidarse y quitarse del medio para siempre ¿no?
Esto parece un mundo al revés: el que es bueno es el tonto
de turno, el que no llegará a nada en la vida, el que no puede estudiar lo que
le gusta porque hacer Derecho o Economía o ADE es el futuro y es lo que se
lleva, y si estudias Filosofía eres un pringado o no vales nada; y donde el
sucio, el ladino, el mapache o zorro vil, el ladrón, o el chorizo (las cosas
como son), son los reyes del mundo, los que dirigen todo lo que se extiende a
sus pies, los que se regodean en su vanagloria en un sillón con posabrazos de
marfil y cuentan billetes de 500 a miles con unos gigantes dedos gordos
asfixiados con anillos enormes y colgantes de oro con el símbolo del dólar…
Y los demás, mientras tanto, descansamos al lado de una
chimenea de la que no brota un fuego abrasador, sino de la que emana una
corriente de frías y potentes flamas de agua saladas que chocan contra nuestros
pensamientos nublados como olas que mueren satisfaciendo su venganza hiriendo a
los acantilados de afiladas rocas…
Parece que el viento pretende ensuciar y descontrolar el
sentido en este mundo.
Veloz, potente, como una manada de lobos con sed de sangre
que se lanzan sobre la noche oscura aullando al inexistente cosmos tras su
presa.
Un ritmo frenético acompaña su carrera y descansa tras el chillido
enloquecedor de su instinto. Amenaza con gritos de furia y manos que se lanzan
estranguladoras a la mente con el fin de acabar con ella.
Para el tiempo en el mismo momento en el que alcanza su
gloria.
Penetra fuertemente trastornando a la propia locura y tan
rápido como entró se va para siempre; con su misión cumplida, dejando al alma
anoréxica y cabizbaja en un rincón, estrecha y sintiéndose violada; llorando
finas gotas que vuele a beber. Humillada y hundida en la más alta
desesperación, con el único anhelo de quitarse las ramas espinosas de sus ojos
y, a ciegas, tirarse al vacío y morir allí, tirada, intentando acabar con tal
insoportable sufrimiento entre sus últimos estertores de agonía al quedarse
sola, aprisionada, rogándole al cielo que no se le caiga el mundo encima, que
se corta las venas llorando sangre y emanando dolor mientras sus verdugos
disfrutan misántropos de este, profanando carcajadas maníacas de sus gargantas
de sapos y gallos de pescuezo retorcido, acumulando terreno en lo que su
víctima clama por, aunque sea, una casita de cartas, una luna papel o un lucero
en su vida…
Por otro lado todo se conecta y desconecta a la vez.
De nuevo las mentiras, las falsedades y los velos, caretas y
máscaras que pasean burlonas ocultando su verdadera identidad.
Nadie sabe quien es quien, ni siquiera quién es uno mismo.
Y en esa carrera desmedida de encontrar o formarse una
identidad nace un nuevo gusano: aquel que se disfraza para gustar no siendo
quien es, quien hace cosas que jamás su voluntad le permitiría, que casi son
perros adiestrados o rosas que se marchitan intentando ser claveles o robles…
Es la cumbre de la estupidez y de la hipocresía, donde
muchos gusanos luchan por el primer puesto, que a su vez ostentan ya otros.
Jamás hubo cada día un baile de máscaras veneciano más
ostentoso – y ridículo- como los que hay ahora.
Jamás hubo por el mundo tantos gusanos – y capullos- como
los que se despliegan a lo largo de una caja con agujeros alimentados con las
hojas de morera que sus “amos” eligen.
¿Y dónde ha quedado la poesía, la literatura clásica, la
verdadera música y el teatro? “Eso no sirve para nada, es para sensibles cutres
y viejas pasas, lo importante es la tecnología y las ciencias exactas, nada
más.”
Ya nadie expresa sus verdaderos sentimientos por miedo a no
caer en las redes del gusto mayoritario o no ser del agrado sus pensamientos…
Lo más bello nos lo roban, lo más despreciable nos lo
ensalzan… ¿qué pasa en esta realidad? Nadie sueña por temor a hacerse
ilusiones, ya no juegan ni se divierten como antes, ahora cuando se es pequeño
se imita a los “mayores”: las niñas se visten con pañuelos largos y sombreros y
se suben a tacones diminutos, maquillándose como si eso les fuera a salvar la
vida o algo parecido, como si ocultarse las hiciera bellas, como si entendieran
que los siglos de progreso conseguidos no van con ellas en absoluto y cuanto
más crecen más gusanos se hacen y menos miran hacia adelante y hacia arriba…
¿Qué mundo es este que ha perdido su admiración por el arte,
por la verdadera belleza, que solo entiende de dinero, capital y superficie
física?
¿Qué mundo es este en el que tener 100 000 amigos en
Facebook o 10 000 seguidores en Twitter es más importante que tener dos o tres
amigos de verdad?
Me parece tan triste ver como ahora con las nuevas
tecnologías y aplicaciones lo escrito también se ha vuelto efímero, como fluye
igual que una conversación hablada y las letras de mano y pluma han dejado de
representar ese ideal de perfección del lenguaje, derivada y dejada solo a unos
pocos que sienten como aún lo escrito representa algo importante, aquellos cuya
sangre se mezcla con tinta y que se mueven en estos dos ámbitos: entre un “tempus fugit” de palabras en un papel o
en una pantalla y la eternidad de las mismas, permitiendo que quede un poco de
aquello que fue oro vertido en los moldes de una imprenta…
Y ahora también los libros se suceden como las estrellas del
pop.
Tal libro de cualquier autor tiene un gran éxito, y como
escribe por el aplauso este libro tiene una media de dos continuaciones o
secuelas, que no terminan de saber igual.
Tras pasar un año, más o menos, se lanzan las
representaciones cinematográficas de dicho libro, y durante tres años (si
consideramos 3 libros) ese autor o autora tiene un renombre tremendo.
Pero tras unos meses del estreno de esa última película no
vuelve a haber nada más; la gente se cansa de esos libros, ya ha visto sus
respectivas películas y aborrece ya la aparición de su autor o autora en todos
los medios de comunicación.
Y entonces, como por arte de magia, surge un nuevo libro
cuya temática es similar al anterior ya citado, pero con otros nombre y
distinta trama (podemos hacer mención a los ejemplos de la fugacidad de los
vampiros que vuelven tras el día a su respectivo ataúd o lo efímero de lo
erótico y sexual, que tras pasar un determinado punto produce una fatiga
total); y de nuevo volvemos a empezar, como un círculo vicioso, como un
escarabajo pelotero haciendo una bola con las páginas de estos libros….
¿Es esta, en serio, la realidad en la que queremos vivir, y
ofrecer como herencia, llena de humo infumable, de conocimientos adicionales y
de miedo, temor, de ignorancia?
Ojalá muchos estén de acuerdo conmigo…
Pero bueno, esto no son más que pensamientos de otro
gusanito más…
Abismo de tortura,
Conciencia programada,
Pasamos por el mundo sin pensar…
No importa el amor.
No importa la belleza.
El dolor está enquistado…
Desesperada sonata en una tonalidad ceniza menor
Se funde con los inútiles pensamientos de su compositor.
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