miércoles, 24 de septiembre de 2014

G.O.O.G.L.E

 (Del Resumen y comentario: ¿Google nos está volviendo estúpidos?)



   Algo está pasando en la era actual. Hay unos nuevos seres que nos abren las puertas al “pleno y verdadero” conocimiento. Estos seres tienen nombre: ordenadores, computadoras o similares. Han presentado un modelo novedoso de almacenamiento de información mediante enlaces e hipervínculos y lecturas rápidas, breves y concisas.
Ya no se quiere (incluso ni se puede) disfrutar de “ladrillos” bíblicos de montones y montones de páginas, resulta una tarea ardua y tediosa.
Sin embargo esto no quiere negar las maravillosas ventajas que nos ha brindado dicho hallazgo, y la sola invocación de las sagradas palabras “Internet”, “WWW” produce la aparición de unos hombrecillos azules que trabajan por nosotros para ahorrarnos trabajosas búsquedas.
   Es verdaderamente triste ver como ya no se “LEE”. Se hojea, se “echa un vistazo”, pero en la mayoría de las veces la información no se quede retenida en nuestro cerebro, sino que se traduce en un  clic en el ratón para conducirnos como don Latino a la plaza que deseamos.
Sabemos, y no es ningún misterio la maleabilidad de la mente humana y, siguiendo la creación del hombre según la tradición griega, (a base de barro y arcilla), Internet (por citar al gran culpable, Google) toma entre sus cibernéticas manos nuestra cabecita inocente  y pura para hacer de ella (antes una inmensa casa riquísima como los palacios de San Petesburgo) un mísero, arrugado y escueto guisante gris.
  Para entender esta horrenda metamorfosis, es necesario retornar a la creación de los primeros aparatos mecánicos, y después al nacimiento del gran (anti)Cristo de la tecnología, Taylor, cuyo sistema olvidaba esa vulgar mitad humana llamada sentimientos, obligando a los trabajadores a transformarse en máquinas de producción planas, en pos de un “atajo” eficiente y rápido, reprogramándonos hasta hacernos autómatas, pero, como  venerada justificación, origina el aumento de la producción.
Este es el mismo sistema que Google aplica: máxima velocidad, eficiencia y producto, en detrimento del desarrollo de las capacidades humanas y caminando tras los pasos de una perfecta creación de inteligencia artificial (como un nuevo moderno Prometeo que en vez de mejorarnos nos empeora).
Esta idea atenta contra la propia capacidad del individuo, supeditándonos a un máquina (inteligencia artificial)  tal si ésta fuera un Dios, limitándonos el pensamiento y nuestro raciocinio.
¿Con esto intenta transmitir que la “especie elegida” es una computadora?
En mi opinión la evolución humana reside justamente en su propio desarrollo, y esa “utopía googleliana” quiere coartar el pensamiento, hacernos borregos para que llegue un momento en el que los ordenadores sean dueños del universo.
Es peligroso: no quieren nuestro cuerpo, sino que intentan apropiarse de nuestra mente.
    Si se quiere pasar de una sociedad en la que las máquinas son los objetos inanimados, ayudantes y a merced del hombre, vacíos de toda emoción a una en la que sean la raza humana la de intangible corazón, cabeza pequeñísima y cuadrados como pantallas donde las inteligencias artificiales sean nuestras señoras y amas y las que posean más captación de sentimientos, no quiero verlo.


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