miércoles, 10 de febrero de 2016

Una de las enfermedades más peligrosas, la DD (Digital Divide), ataca al mundo




              La Digital Divide, o brecha digital, es entendida tradicionalmente como la abrumadora diferencia que hay a la hora de tener la posibilidad de poder acceder a Internet o no. Arturo Serrano y Evelio Martínez, en su libro La brecha digital: Mitos y realidades dan una definición bastante buena sobre en qué consiste este fenómeno: “Es la separación que existe entre las personas (comunidades, países, Estados…) que utilizan las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) como una parte rutinaria de si vida y aquellas que no tienen acceso a la mismas y que aunque las tengan no saben cómo usarlas” En la actualidad se distinguen varios tipos de “brechas”: la brecha digital del acceso (basada en la diferencia entre las personas que pueden acceder a las tic y las que no); la brecha digital de uso (a partir de quienes saben utilizar las tic y quienes no) y la brecha de calidad del uso (basada en las diferencias entre los propios usuarios). La Unesco hizo énfasis en otra esfera de la nueva desigualdad al subrayar la importancia de lo que denomino la brecha cognitiva (knowledge gap) definida como las desigualdades en “la producción de conocimientos y la participación en ellos”.


Varios organismos internacionales han tratado de mitigar los efectos de este abismo.
La UNESCO ya intentó a partir de los 80 reducir esta brecha digital, sin mucho éxito, y teniendo como eje central a EEUU y a Latinoamérica. En 1987, la Unión Europea buscó generar una política pública regional para las telecomunicaciones con la presentación de un documento sobre políticas públicas denominado Libro verde.
La postura de los países miembros, en ese momento, era de abolición de los monopolios nacionales con el objeto de dirigir las redes de información como elemento de construcción de un mercado único, esto fue ratificado en 1995 con la creación de la Global Society of Information durante la cumbre del G7. A este le siguió el Libro Blanco, que abogaba por la imposición de medidas estatales. La ONU también decidió sumarse a esta medida mediante la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información con el apoyo de la Unión Internacional de Telecomunicaciones.
Ante todo, los países latinoamericanos son los que más soluciones han pedido y buscado pues, detrás de África, son los países donde esta brecha es más abismal. De hecho, los países africanos propusieron la configuración de un Fondo de Solidaridad Digital, que pretendía conseguir que los países más ricos dotaran de los recursos necesarios a los países más pobres para poder subirse al tren de la digitalización. Sin embargo, este proyecto fue denegado.

Esto nos deja entreabierta la puerta a la duda malpensante: ¿es esta una de las razones por la que los ricos siguen siendo ricos y los pobres, pobres? ¿Dónde queda la solidaridad? En un mundo globalizado donde la información es poder los que la tienen la guardan recelosos, la protegen de posibles nuevos usuarios como una manada de hienas. Y así, expulsando al resto, forma una elite poderosa, porque controlan los medios y los datos que salen. Por ello toda Latinoamérica, África y parte de Oriente Medio, luchan por edificar un puente o un parche que cierre la brecha digital. Bueno, quienes luchan son los que no pueden, claro,  a los que se les tiene vetado el acceso a esta “sala VIP” que es el globo de la información.

El otro problema viene cuando, aun cuando se tiene acceso a Internet (y todo lo que eso conlleva) no se sabe qué hacer con ello. Tanto conocimiento nuevo nos abruma, nadie nos deja un manual de instrucciones, nadie nos ayuda a forjarnos un espíritu crítico que sepa diferenciar lo falso de lo cierto. Ahora que los bebés parecen venir con un ordenador/Tablet/móvil debajo del brazo y saben mejor que sus progenitores cómo va el “maravilloso” mundo de la tecnología se genera un cierto bache entre las dos partes. Y ya no digamos entre nietos y abuelos. 


Se configura una nueva brecha generacional, que no depende tanto del poder socioeconómico como del propio contexto histórico social donde han crecido unos y otros. Esto ha afectado también a la educación, y parece que todos los colegios, institutos y universidades quieren modernizarse incorporando las TIC a la enseñanza, lo que demuestra que este socavón sigue sin solucionarse, igual que las obras en Madrid. Hay que cambiar el modelo de relación entre los alumnos y el profesorado

En esta página podéis ver algunas soluciones que contribuyen a coser esta brecha digital, aunque, desde mi punto de vista, debería hacerse de forma pública y desde los organismos estatales: http://www.cosiendolabrechadigital.com/

Aquí vienen algunos datos interesantes sobre este fenómeno: http://www.exitoexportador.com/stats.htm

Y una última bromita:
 

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