La Digital Divide, o brecha
digital, es entendida tradicionalmente como la abrumadora diferencia que hay a
la hora de tener la posibilidad de poder acceder a Internet o no. Arturo
Serrano y Evelio Martínez, en su libro La
brecha digital: Mitos y realidades dan una definición bastante buena sobre
en qué consiste este fenómeno: “Es la separación que existe entre las personas
(comunidades, países, Estados…) que utilizan las Tecnologías de la Información
y de la Comunicación (TIC) como una parte rutinaria de si vida y aquellas que
no tienen acceso a la mismas y que aunque las tengan no saben cómo usarlas” En la actualidad se distinguen varios tipos de “brechas”: la
brecha digital del acceso (basada en la diferencia entre las personas
que pueden acceder a las tic y las que no); la brecha digital de uso (a
partir de quienes saben utilizar las tic y quienes no) y la brecha de
calidad del uso (basada en las diferencias entre los propios usuarios). La
Unesco hizo énfasis en otra esfera de la nueva desigualdad al subrayar la
importancia de lo que denomino la brecha cognitiva (knowledge gap)
definida como las desigualdades en “la producción de conocimientos y la
participación en ellos”.
Varios
organismos internacionales han tratado de mitigar los efectos de este abismo.
La UNESCO ya
intentó a partir de los 80 reducir esta brecha digital, sin mucho éxito, y
teniendo como eje central a EEUU y a Latinoamérica. En
1987, la Unión Europea buscó generar una política pública regional para las
telecomunicaciones con la presentación de un documento sobre políticas públicas
denominado Libro verde.
La postura de los
países miembros, en ese momento, era de abolición de los monopolios nacionales
con el objeto de dirigir las redes de información como elemento de construcción
de un mercado único, esto fue ratificado en 1995 con la creación de la Global
Society of Information durante la cumbre del G7. A este le siguió el Libro Blanco, que abogaba por la
imposición de medidas estatales. La ONU también decidió sumarse a esta medida
mediante la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información con el apoyo de la
Unión Internacional de Telecomunicaciones.
Ante todo, los países
latinoamericanos son los que más soluciones han pedido y buscado pues, detrás
de África, son los países donde esta brecha es más abismal. De hecho, los
países africanos propusieron la configuración de un Fondo de Solidaridad
Digital, que pretendía conseguir que los países más ricos dotaran de los
recursos necesarios a los países más pobres para poder subirse al tren de la
digitalización. Sin embargo, este proyecto fue denegado.
Esto nos deja
entreabierta la puerta a la duda malpensante: ¿es esta una de las razones por
la que los ricos siguen siendo ricos y los pobres, pobres? ¿Dónde queda la
solidaridad? En un mundo globalizado donde la información es poder los que la
tienen la guardan recelosos, la protegen de posibles nuevos usuarios como una
manada de hienas. Y así, expulsando al resto, forma una elite poderosa, porque
controlan los medios y los datos que salen. Por ello toda Latinoamérica, África
y parte de Oriente Medio, luchan por edificar un puente o un parche que cierre
la brecha digital. Bueno, quienes luchan son los que no pueden, claro, a los que se les tiene vetado el acceso a
esta “sala VIP” que es el globo de la información.
El otro problema viene
cuando, aun cuando se tiene acceso a Internet (y todo lo que eso conlleva) no
se sabe qué hacer con ello. Tanto conocimiento nuevo nos abruma, nadie nos deja
un manual de instrucciones, nadie nos ayuda a forjarnos un espíritu crítico que
sepa diferenciar lo falso de lo cierto. Ahora que los bebés parecen venir con
un ordenador/Tablet/móvil debajo del brazo y saben mejor que sus progenitores
cómo va el “maravilloso” mundo de la tecnología se genera un cierto bache entre
las dos partes. Y ya no digamos entre nietos y abuelos.
Se configura una nueva
brecha generacional, que no depende
tanto del poder socioeconómico como del propio contexto histórico social donde
han crecido unos y otros. Esto ha afectado también a la educación, y parece que
todos los colegios, institutos y universidades quieren modernizarse incorporando
las TIC a la enseñanza, lo que demuestra que este socavón sigue sin
solucionarse, igual que las obras en Madrid. Hay que cambiar el modelo de
relación entre los alumnos y el profesorado
En esta página podéis
ver algunas soluciones que contribuyen a coser esta brecha digital, aunque,
desde mi punto de vista, debería hacerse de forma pública y desde los
organismos estatales: http://www.cosiendolabrechadigital.com/
Aquí vienen algunos datos interesantes sobre
este fenómeno: http://www.exitoexportador.com/stats.htm
Y una última bromita:
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